jueves, 7 de abril de 2016

Bendecir

La Bendición no es una fórmula repetida de memoria, ni una mera costumbre, como tampoco es  una práctica vacía de sentido.


La Bendición es un don y es palabra. Es un don ya que es Dios mismo quien nos otorga el favor o regalo de bendecir  y es palabra puesto  que es Dios quien habla para
poner el pensamiento del hombre en comunicación con su propio pensamiento. La Bendición, por lo tanto, es la expresión de un deseo benigno  que se dirige a una persona, a varias o a un objeto y que, a través de la propia expresión, se concreta, lo cual significa que, al mismo tiempo en que se pronuncia la Bendición, se materializa la acción de bendecir. En este sentido, Bendición significa “hablar bien de alguien”. Pero también bendecir es “transferir el poder o favor de Dios” mediante la imposición de manos. Si reunimos los dos significados (transferir y hablar) podemos valorar el profundo significado de la palabra Bendición y el acto de bendecir: “hablar” y “ungir o transferir” el favor de Dios: prosperidad, protección, abundancia, vida, salud, suministro… por citar algunos ejemplos. 

¿Se nos ha otorgado el favor de bendecir?

Indiscutiblemente sí. Y es Dios mismo quien nos ha otorgado ese don al crearnos a su imagen y semejanza. Esto quiere decir que  en el momento en que Dios nos creó nos dio una parte suya que llamamos Esencia por lo que Dios (YO SOY EL QUE YO SOY) es la expresión de su Divinidad en cada ser humano. Decir que es la expresión de su Divinidad, es lo mismo que indicar que la parte espiritual que como vida, inteligencia y actividad, actúa en cada uno de nosotros. Por lo tanto cada individualización de Dios es un hijo de Él en el que habita el mismo YO SOY. Estamos hechos de la misma Sustancia. ¡Somos la misma Sustancia! De esta manera pasamos a ser sus hijos espirituales con las mismas propiedades y capacidades incluyendo  la capacidad de crear la realidad física de un soplo. Es Dios mismo (YO SOY EL QUE YO SOY) el que nos otorga el mismo poder de crear. En este sentido todos somos especiales. No hay otra persona que sea más especial que otra. En todo caso algunos de nosotros hemos decidido creer que Dios (YO SOY) se comunica de maneras especiales y únicamente con personas especiales, llámense estos  pastores, sacerdotes, religios@s consagrad@s, gurús, o el nombre que cada quien prefiera darle.

  ¿A quiénes y qué Bendecir?

Bendecimos a Dios

Cuando proclamamos sus atributos, virtudes y proezas, es decir lo alabamos, lo ensalzamos, lo elogiamos  y lo engrandecemos. Cuando decimos, por ejemplo, “Tú eres Santo, oh Señor”. Pero también bendecimos a Dios cuando hacemos obras benéficas para que así el Nombre de Dios sea ensalzado y engrandecido. Otra expresión que solemos utilizar es: “Exaltemos su Nombre”; esto no quiere decir que estamos haciendo a Dios más grande o más alto, sino que estamos reconociendo que Él es la Única Presencia, el Único Poder y Sustancia en todo, al mismo tiempo que estamos expresando nuestra gratitud y  deleite en verlo y experimentarlo.

Bendecimos a otra persona, creyente o no

Cuando además de hablar bien de ella, la tocamos  y traspasamos nuestra unción. Bendecimos cuando reconocemos  las virtudes de nuestros seres queridos, por ejemplo.

Bendecimos nuestra ciudad o nuestra casa

Cuando hablamos de sanidad, paz, prosperidad, abundancia… y trabajamos para ello; también cuando imponemos nuestras manos en la tierra, las paredes de nuestra casa, las ropas de nuestros seres amados, etc.

Bendecimos también a nuestros enemigos

 Aquellos que nos acosan, persiguen o maltratan,  porque al hacerlo abrimos una puerta de Bendición para nuestras vidas poseyendo todo lo armonioso, próspero y abundante que posee  esa persona hostil.

 Bendecimos  a alguien o a algo

Atrayendo el favor de Dios hacia nosotros; así pues el efecto de la Bendición es multiplicador y con dos movimientos: la Gracia que desciende y la Acción de gracias que se eleva recapitulados en cada uno de nosotros.

Pero la Bendición no termina en la palabra y la imposición de manos sino que se prolonga en las obras benéficas; no solo  en aquellas que más nos agradan sino también en las que encontramos una verdadera dificultad en llevarlas a cabo.

Con bastante frecuencia, y tal vez por desconocimiento, cometemos errores con la Bendición. Cuando decimos “Te bendigo” o “Dios te bendiga” sin ninguna duda estamos engrandeciendo lo positivo que hay en esa persona, o en ese lugar o cosa. Pero también bendecimos su aspecto negativo o energía discordante. Debemos recordar que, así como una moneda tiene dos caras o dos polos, cualquier situación también la tiene y esto responde a la Ley Universal de Polaridad

Por eso cuando nos encontramos  o visitamos a una persona enferma si le decimos “te bendigo”, si bien estamos  engrandeciendo las cosas positivas que hay en ella, también lo hacemos con su aspecto negativo que es la enfermedad. Entonces, no bendigamos a esa persona (física) sino bendigamos al Ser Divino (Esencia) que hay en ella. Bendigamos  al órgano saludable que está manifestando esa “apariencia de enfermedad”; bendigamos  la Salud y la Verdad en ella. Bendigamos  a su Ser Divino diciendo mentalmente. Mi Cristo Interno saluda y bendice a Tu Cristo Interno. La Salud se hace y manifiesta en Ti” o “Mi Cristo Interno Bendice la Salud Perfecta que hay en Tu Cristo Interno”.

Lo mismo sucede cuando una persona nos pide dinero por la calle. Independientemente que se lo demos o no, al menos bendigámosla. Pero no bendigamos su “aparente situación de pobreza” que lo hacemos cuando le decimos “Te bendigo” o “Que Dios te bendiga”. Más bien digámosle “Mi Cristo Interno bendice la Prosperidad que hay en Tu Cristo Interno”  y con esta forma de bendecir estamos engrandeciendo su Prosperidad.

Cuando alguien nos haga daño no lo bendigamos. Bendigamos su Ser Divino diciendo mentalmente: “Mi Cristo Interno saluda y bendice a Tu Cristo Interno. El Bien se hace y manifiesta en Ti”.

Bendigamos
·        Interiormente todo lo bueno que tienen todo lo que nos rodea: nuestro  jefe/jefa, amig@s, vecinos, familiares, las personas con las que nos encontramos por la calle, nuestro sueldo, nuestro trabajo, nuestra ocupación, nuestro hogar, nuestras pertenencias materiales o inmateriales diciendo: “Bendigo el bien de mi hogar (o lo que deseemos bendecir) para que fructifique y se multiplique en la Voluntad de Dios que siempre quiere el Bien. Gracias Padre porque ya está hecho”.
·        La comida, cualquier comida, que recibamos y démosle gracias a Dios por los alimentos recibidos. En silencio o en voz alta, con las manos extendidas sobre la comida digamos: “En nombre de la Amada Presencia de Dios que hay en mí, agradezco y bendigo estos alimentos y bebida/as como así también bendigo las manos que los prepararon. Conviértelos en esencia de Tu Luz y Amor en nuestros cuerpos. Gracias Padre”.
·        Cada día al despertar y al levantarnos de la cama diciendo: “Bendigo este día en la Provisión Divina. Todo lo que Dios (YO SOY) me da, llega a mis manos en Armonía con todo el mundo, de acuerdo con la Voluntad Divina, bajo la Gracia y de manera Perfecta. Gracias Padre que ya me oíste. Gracias Padre porque ya lo tengo”
·        El dinero.
          Con el dinero entre nuestras manos digamos:
“En nombre de la Divina Presencia de YO SOY en mí, acepto y bendigo este dinero  y las manos de quién me lo dio y pido que se multiplique por todo el mundo. Gracias padre que me has oído y sé que lo haces siempre”.

Apreciad@ visitante.
Recuerda que:

Por todo lo expuesto, permíteme que hoy te bendiga.  Aunque no te conozco mi Bendición va para ti, porque al bendecirte de todo corazón, también  me Bendigo a mí:


Jesús de los Ángeles Rodríguez Martínez
Fuentes
Imágenes tomadas de la Web y modificadas por mi.



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