miércoles, 1 de junio de 2016

Reflexión del mes de junio







Apreciad@ visitante

En un mundo convulsionado como el actual donde, aparentemente, la intolerancia y los extremismos, los atentados y los casos de violencia de género, la corrupción en casi todos los estratos sociales, las agresiones contra los derechos humanos, los refugiados que son poco más que despojos humanos, el contrabando y consumo de drogas, el desempleo, los comedores sociales que se ven desbordados… el caos parece estar ganando, por ahora, el primer tiempo de un juego peligroso en el que todos, por acción o comisión, somos partícipes. Por lo tanto  no es de extrañar que hayas decidido, consciente o inconscientemente cerrar tu corazón al Amor. ¿Por desconfianza? ¿Por miedo? ¿Como una  respuesta defensiva ante tanto  desconcierto?

Dentro de este contexto la propuesta de Eileen Caddy –abrir el corazón al amor- parece idealista y hasta casi hilarante. Pero no lo es si sabes dar con la clave para lograrlo. ¿Y cuál es esa clave? Amor… y a qué tipo de amor se refiere.
Debes tener presente que la palabra “amor” tiene  dos significados diametralmente opuestos. Uno de ellos, es el amor que nace, crece y se desarrolla en toda  relación humana. Es un amor que atrae, es cálido y lo puedes encontrar entre los integrantes de una familia, el que se da entre amigos y el amor en una relación de pareja. Este tipo de amor es altruista. Un amor que da pero que también recibe.

El otro significado es el Amor como un estado de Ser. Representa y es un nivel más elevado que el anterior, lo que significa que tú simplemente amas sin establecer una relación con la persona amada. Este tipo de amor no te pide que seas de una forma determinada, que te comportes de cierta manera, que actúes de cierta forma. Es un Amor libre de deseo carnal, de la sed de posesión y del apego personal. En su expresión más pura es la búsqueda de la unión con el Creador. Es un Amor sin exigencias. Simplemente comparte, y en este compartir, tampoco existe el deseo de recibir una recompensa. El mismo compartir es la recompensa.

 El Amor como un estado de Ser tiene algo de divino puesto que tú lo tienes en cada una de tus células, ya que compartes con el Padre-Madre Universal una chispa de su divinidad. Esta parte divina es una fuerza trascendente que como Amor existe en sí mismo y que se derrama generosamente sobre todas las cosas creadas para unirlas, abrazarlas y ayudarlas a ser lo que son tras las apariencias.

El Amor como un estado de Ser no está afuera sino dentro de ti. Nunca lo puedes perder ni puede dejarte; no depende de otro cuerpo ni de otra forma externa. Es una relación contigo mismo-a, una relación de diálogo amoroso en la cual no te juzgas, ni sientes pena por ti, ni te sientes orgulloso-a de ti. Ni te quieres ni te odias. Un estado de total abandono para entregarte en los brazos del Amor.

Esa Chispa Divina, ese Amor, es la que te pide que  abras  tu corazón y lo dejes fluir hacia toda la creación, y formando parte de ella, como un todo, como lo que Es y no puede ser de otro modo, estamos nosotros-as tus próximos-as (o prójimos). Algunos-as te serán más simpáticos-as o sentirás que compartes algo en común.  Otros-as  no resultarán de tu agrado, pero cuando ejercites el Amor como estado de Ser quizás descubras dentro de ellos-as un tesoro más grande del que tú tienes dentro.

Como Elenn, yo te invito a que ejercites cada día de tu existencia este tipo de Amor que es el que te permite avanzar en tu evolución para ser lo más noble, lo mejor de ti mismo-a.



Te deseo una larga Vida y Sabiduría para Vivirla. Que tu Sol brille siempre.

Jesús de los Ángeles Rodríguez Martínez


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