Apreciad@visitante
Much@s decidimos un día, tal vez lejano o tal vez cercano,
emprender el camino de conocernos interiormente y lograr cierta estabilidad
emocional para así armonizar nuestro cuerpo, mente y espíritu. Comienzo hoy
ofreciéndote la primera de una serie de siete entregas a través de las cuales iremos comprendiendo y
descubriendo la importancia tan grande que implica para nuestro desarrollo
emocional y psicológico el demostrar los sentimientos a través de la
comunicación táctil.
Durante este encuentro, practicaremos meditaciones guiadas,
técnica de visualización y ejercicios sencillos para trabajar la Ley del Dar y Recibir energía a través del
abrazo.
Aclaratoria. Nada del
contenido de estas seis entradas, tituladas “Demostrando los afectos”, tiene el
propósito de reemplazar la posible actividad que pudieras estar realizando con
psicoterapeutas o facilitadores de
constelaciones familiares, terapia gestalt, biodanza o abrazo terapia
por citar algunos, o para seguir un patrón de comportamiento. Sólo pretendo
transmitirte lo que en su momento aprendí en talleres de crecimiento personal.
Si aceptas mi propuesta, porque crees que puede ser de utilidad para tu
bienestar, y deseas compartir tu experiencia dejando tu comentario… Gracias.
Si no la aceptas, sea cual sea tu (o tus) motivos… Gracias de
igual forma.
Y si solamente lees hasta
aquí, gracias por haberme regalado un
momento de tu precioso e invalorable tiempo visitando mi blog, que es también
el tuyo y el de tod@s.
El tacto y el contacto… ¿es una cuestión de piel?
Buscando
en el diccionario “El Clave en su uso del español actual” el significado de la palabra
tacto, encontré las siguientes
definiciones: sentido
corporal que permite apreciar
las cosas mediante el contacto. Hecho de tocar o palpar.
También
al buscar la palabra contacto,
encontré: relación
o comunicación que se establece entre dos personas, o entidades.
En
términos generales el contacto (corporal) incluye
abrazar, coger la mano, cogerse del brazo, palmada, brazo por la cintura,
contacto cabeza con cabeza…
Es
a partir de estas definiciones que comenzamos nuestra reflexión.
Tacto
corporal no es lo mismo que contacto
corporal y sin embargo…
Para
el ser vivo es necesario el contacto a
través del tacto: diversos estudios médicos han confirmado, y confirman,
que el feto ya
responde a las vibraciones del corazón de la madre y si se le toca reacciona
con movimientos. Diversos tratados de psicólogos y sociólogos nos dicen que
también a lo
largo de nuestras vidas es necesario tener continuamente contacto a través del
tacto.
Teniendo
en cuenta lo anterior surgen las siguientes preguntas: ¿cómo sobrevivimos en un mundo donde el tacto-contacto
es relegado al último lugar? ¿Cómo relacionarnos con otros sin sexualizar
el tacto? ¿Cómo sentirnos íntegros e integrados en una cultura “tactofóbica”?
¿Dónde queda la importancia del
tacto en nuestra vida cotidiana?
Y
hablando de la vida cotidiana…
Imagen 1: autobús, conduct@r,
usuari@, pago del ticket o boleto.
Imagen 2: un local comercial
cualquiera, cajer@, comprad@r, pago de la compra.
Por
si no lo habías advertido (¡y claro, como lo podrías hacer si ya estás adaptad@!), en las dos imágenes el denominador común es que ambas
personas tratan de dar, o dan, sin tocar,
de tender un billete o unas monedas o una tarjeta de compras sin rozar
tu palma con las yemas de sus dedos o viceversa.
Siendo
esto así, entonces es que algo está
sucediendo.
El
contacto físico… ¿una cuestión de prejuicio?
El
que cada persona determine si la forma en que es tocada es adecuada o
inadecuada, placentera o displacentera, el que se sienta cómoda o incómoda,
indudablemente depende de múltiples
factores, entre ellos, y sin ser estos los más importantes, a saber:
·
Elementos
culturales de cada quien.
·
Sus
ideas y creencias.
·
Sus
experiencias pasadas.
·
Su
intuición.
·
Su
historia personal.
·
Las
religiones.
·
El
tabú de tocarse o no dentro de la familia.
Teniendo
en cuenta que la historia personal de cada quien
se teje desde el nacimiento y en el seno familiar, si el acto de tocarse entre los miembros de
una familia es considerado prohibitivo,
y sin importar
la razón,
el o la afectada en su vida adulta tendrá dificultades
para dar y recibir cualquier expresión de afecto físico, sea este
un beso en la mejilla o un abrazo, y expresar
su emotividad, manifestando una
tendencia a evitar el contacto físico con los demás ya que aprendió a verlo como algo inapropiado.
Otros-as que, por el contrario, hayan crecido en una familia en donde el contacto
físico era una norma frecuente y bien
vista para comunicar los sentimientos, lo verán de manera más natural y no
tendrán tantos problemas para darlo o para recibirlo. Sin embargo estas personas tendrán que aprender a ser perceptivos y comprender que no todas las personas lo viven
de la misma manera y que es importante
respetar los límites de cada quien. Así, si detecta que alguna persona no
se siente cómoda con su contacto o con su cercanía, es mejor que guarde mayor
distancia y evite el contacto físico o lo adecue de acuerdo a lo que la otra
persona está dispuesta.
Las
religiones
han potenciado el temor al placer. Al considerarse el tacto como fuente de
placer y consuelo, se convirtió en “pecado”.
Así se fue conformando en las
distintas sociedades la asociación del contacto físico con el
sexo surgiendo de este modo etiquetas
tales como “promiscuidad”,
“homosexualidad”, “complejo de Edipo”, “incesto”
y “adulterio” que en ningún caso las justifican. Existen muchas maneras de
tocar y un tacto-contacto amistoso, familiar, de cariño o de afecto no
tiene por qué tener ni interés ni implicación sexual. Una equivocada interpretación sólo provoca inhibición y más
prohibición.
El
miedo a que se malinterprete el gesto táctil nos conduce a no usarlo y poco a poco
vamos descartándolo de nuestro
repertorio de conductas. Por otro
lado, las normas sociales y protocolares marcan el espacio de proximidad que han de tener
las personas y los “tocamientos” considerados correctos. Todo dependerá de la zona y modo
en que se toca y del parentesco o confianza de las personas a las que se toca.
Por lo tanto, en cuanto a la comunicación táctil, nos movemos no desde esa
necesidad comunicativa sino desde pautas
impuestas como convenciones sociales.
Sabemos
que tenemos que guardar ciertas formas pero debemos asumir que tocar a los demás es parte de nuestra capacidad de amar y mostrar aprecio, cercanía y comprensión hacia los demás, además de ser necesario para nuestra salud física y emocional y
para nuestra autoestima porque no sólo
deseamos saber que somos queridos, también
necesitamos sentirlo, porque ese estímulo sobre nuestra piel significa
la ratificación de las palabras. Tocar y ser tocados es un arte que se aprende con
la práctica, que a su vez nos permitirá distinguir
el toque tierno y cariños del curativo, del consolador, del que nos transmite
seguridad o de ese otro de carácter abierto o sugerentemente sexual.
Diferenciarlos ayudará a gestionar nuestras reservas y miedos y a pedir o
rechazar los contactos, de acuerdo al momento en que nos encontremos. Es un apetito
emocional que necesita ser saciado, un deseo que debemos intentar
satisfacer siempre respetando al otro-a.
Y
con el paso del tiempo…
Algunos sobrellevan sus años, otros los
llevan consigo. Pesares y sufrimientos guardados en lo más profundo de sus
corazones. Sin embargo hay quienes, y a pesar de todo, cantan a la vida, a la
esperanza; otros, tal vez, silban por lo bajo su canción preferida. Todos, sin excepción, son sabios por sus años y por la experiencia de
vida que dan aquellos.
Algunos pueden decidir por sí mismos; en cambio, otros son los que deciden por
ellos. Pero casi todos nuestros mayores sufren en silencio por ser, posiblemente, los menos tocados de la
sociedad. ¡Como
si la vejez fuera contagiosa!
En
nuestros mayores la inexistencia de caricias y de besos les genera una sensación de aislamiento, de cierta debilidad
física y emocional. Ell@s necesitan
tocarte y que les toques, sentir tu piel
sobre su piel. ¿Puedes imaginarte la
razón? Es muy sencilla pero profunda: que el que tú los abraces, simplemente
los abraces, es como una señal de que se sienten de nuevo aceptados o queridos
por ti.
Aprender a tocar y que nos toquen
v
Que los
prejuicios no nos venzan. Si el respeto y la medida acompañan a la caricia o al
abrazo, difícilmente el destinatari@ se sentirá agredid@ o confus@. En caso que
así fuera, dejemos que nos lo diga y expliquémosle nuestra conducta.
v
Si no entiende
nuestro argumento, desistamos; simplemente, nos hemos equivocado.
v
La estimulación
táctil activa las endorfinas, hormonas naturales del organismo que controlan el
dolor y están relacionadas con la sensación de bienestar.
v
Un gesto dice más
que muchas palabras. Por eso utilizar el tacto puede contribuir a hacer más
fiable, efectiva y entrañable nuestra comunicación.
v
La mejor manera de
expresar afecto, solidaridad, cercanía, cariño, es tocando al otr@ haciéndole
saber que nuestro cuerpo siente lo mismo que comunicamos con palabras o gestos.
v
Tocar y ser
tocados es una necesidad fisiológica y emocional cualquiera sea nuestra edad.
v
Acercarse a uno
mismo a través de la piel es darse una entidad corpórea con la que poder
acercarnos al otr@
Te
deseo una larga Vida y Sabiduría para Vivirla. Que tu Sol brille Siempre.
Jesús de los Ángeles
Rodríguez Martínez
Fuentes
Imágenes tomadas
de la web.
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