Reflexión del mes de agosto
“Pablo se parecía mucho a su
papá. Todo el mundo lo notaba. Se llamaba igual que su papá. Hasta caminaba y
hablaba como su padre. Un día mientras Pablo pensaba en eso, se dijo: “Todos dicen que
soy como papá. Pero hay algo en que no nos parecemos. Papá gana su dinero y yo no
gano nada, aunque trabajo mucho aquí en casa. Todo el que trabaja recibe un sueldo.
Yo trabajo más que todo para mi mamá. Le
cobraré a mamá por el trabajo que hago y así tendré dinero para gastar”.
Cuanto más consideraba el
asunto, más le parecía la idea de cobrarle a su madre.
Un día buscó papel y lápiz. Comenzó a
hacerle una factura a su mamá. Sabía bien cómo hacerla. A la izquierda
apuntó el trabajo que él hacía, y a
la derecha
la cantidad que cobraba.
Pablo decidió cobrarle por
semana. Como título escribió: “Lo que
mamá le debe a Pablo”. Después
hizo la lista:
Cargar
leña...…. 5.00
|
Cargar
agua…… 5.00
|
(Estos dos trabajos eran pesados y las hacía a
diario. Sin duda valían más que 5.00, pero decidió conformarse con esa
cantidad).
Ir a la
tienda……… 1.50
|
(No le tocaba ir a menudo,
pero la tienda quedaba bastante lejos y le costaba cargar las compras). Siguió
escribiendo:
Cuidar a la hermanita…….. 5.00
|
(Mamá la ponía en el
cochecito, y le decía: “Llévala a la galería y no la dejes llorar”, así que le
tocaba pasearla, mientras los amigos que pasaban por allí le decían: “¡Hola,
niñera! ¡Eres una chica!”. Por supuesto que esa humillación valía 5.00).
Siguió listando:
Barrer el portal………… 5.00
|
(El portal abarcaba los dos
lados de la casa y había que barrerlo a menudo).
Cortar el césped y desyerbar…………15.00
|
(Éste era el trabajo más
duro. Siempre había algo que desyerbar).
La factura parecía bastante
grande. Por el momento Pablo no quiso hacerla más grande todavía. Sumó las cantidades y escribió:
Total de lo
que mamá le deba a Pablo……………..36.50
|
¡Qué plan tan bueno! ¡Qué
bien lo iba a pasar, comprando goma de mascar, canicas y golosinas!
No hallaba cómo entregarle a
su mamá la factura. No le parecía la idea de solamente presentársela y decir: “Mamá, aquí tienes una factura de lo que me debes”. Decidió ponerla debajo del
plato de su madre justo antes de la cena.
Cuando la mamá encontró la
factura, la metió en el bolsillo de su
delantal de cocina sin decir nada. Terminaron de cenar y lavaron los platos.
Mamá todavía no había dicho nada de la factura. Se acostaron sin que se hubiera
dicho algo de pagarle a Pablo. Él se preguntaba cuándo le pagaría su madre. Le
costó conciliar el sueño. A la mañana siguiente, al despertarse lo primero que
pensó fue: “Me pregunto cuándo me va a pagar”.
Pasó la hora del desayuno y la del almuerzo, sin que la mamá comentara algo de
la factura o que le pagara.
Llegó la hora de la cena. Después
de pedir la bendición por la comida, Pablo encontró un papelito debajo de su
plato. Comenzó a leerlo. El título decía: “Lo que Pablo le
debe a su mamá”.
-“Yo
no sabía que le debía algo”-
se dijo para sí Pablo. Siguió leyendo:
Por llevar a Pablo nueve meses en mi vientre y darle la vida…
|
Nada
|
Por preparar tres comidas diarias los 365 días del año…
|
Nada
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Por tantas noches de desvelo, cuidar a Pablo cuando está enfermo y
rezar por él…
|
Nada
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Por temor y preocupaciones cuando Pablo enfermaba…
|
Nada
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Remendar la ropa de Pablo…
|
Nada
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Lavar y planchar la ropa de Pablo…
|
Nada
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Por tomar la mano de Pablo y darle mi apoyo…
|
Nada
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Por la alegría y el amor de nuestra
familia…
|
Nada
|
Total de lo que
Pablo le debe a mamá…
|
Nada
|
Cuando Pablo terminó de leer
la factura que había escrito su madre, tenía los ojos llenos de lágrimas. Se bajó de la silla. Se acercó a su madre y la
abrazó mientras le decía:
-“Te quiero mamá…”, luego tomó el lápiz y escribió con letra muy grande: “Totalmente
pagado”.
Apreciad@ visitante
En esta historia que acabas
de leer es muy fácil distinguir dos personas unidas por el vínculo madre-hijo.
Si el estudio de la relación entre padres e
hijos es extensa y compleja, lo es más el que se establece entre madre e hij@s.
Teniendo en cuenta el contenido del tema que hoy desarrollo no es propio abordar
dicho vínculo sino centrarme en que reflexionemos sobre cuántas veces como
hij@s, y de una manera inconsciente, reclamamos a nuestra madre lo que creemos
que es “justo” para nosotr@s sin detenernos
a pensar ni por un instante cuán equivocad@s estamos o estuvimos.
Por otro lado, siguiendo la temática de esta reflexión, no hago referencia alguna
sobre la relación padre-hijos-as de la cual escribiré en otra oportunidad.
Sí me parece importante recordar que tanto
nuestra madre como nuestro padre, tal
como son, son un regalo de Dios o de la vida según sea tu creencia.
Volviendo al vínculo
madre-hijos-as puedo decir, siguiendo a Bert Hellinger1, que: “la madre es determinante en nuestra vida, es la
persona más importante de todos ya que la felicidad y la salud comienza con ella.”
1Filósofo, Teólogo y Pedagogo es reconocido
como el fundador del método fenomenológico-sistémico-trasngeneracional de las
Constelaciones Familiares. Se formó en la Universidad de Sudáfrica.
Como Pablo, el personaje
tierno de esta historia, ¿cuántos de nosotr@s hemos pasado, o al
menos la intención estuvo en nuestras
mentes, “factura”
a nuestra madre?
Desde nuestra comprensión
como hijos-as nos es muy difícil tomar consciencia de la naturaleza del amor espiritual de nuestra madre hacia
nosotros-as y me estoy refiriendo a ese amor incondicional y orientado, siempre, hacia nuestro
bienestar.
Desde esa “no comprensión” muchas veces, y ya desde niños, creemos que nuestra madre nos debe algo
(y no precisamente dinero). Tal vez esa deuda con nosotros-as sea: “falta
de tiempo compartido”, “algún gusto que no pudo darnos”, “una tarea
encomendada que tuvimos que realizar sin ganas”… Y así, en
nuestro interior, se instala la “idea”
de “pasarle factura”
por esas deudas.
Sin saber cómo, ya que a esa edad no estamos preparados para hacer una valoración o un juicio “objetivo” de la situación, hacemos la siguiente composición:
“si toda persona que trabaja recibe un sueldo ¿por qué yo sería la excepción?”.
Ciertamente para nosotros esta es una “lógica irrebatible”. Está claro que
siendo
niños-as no estamos capacitados para vislumbrar
los esfuerzos, las privaciones y los sacrificios que pasa nuestra madre por nosotros-as. Nuestra madre,
desde su amor
incondicional, jamás nos pasa
una factura y no lo hace porque la única
retribución que espera es nuestro amor y nuestro respeto hacia ella.
Si siendo niños-as o adolescentes
tuvimos la intención de pasar “factura a
mamá” por aquellas tareas que nos
encomendó hacer, veámoslas como parte de nuestra educación y no como una carga impuesta, pesada de llevar;
formó parte de nuestra preparación hacia
nuestra responsabilidad, autonomía,
adaptación social, a
valorar el trabajo y a aprender las ventajas
de colaborar trabajando todos en equipo. Y gracias a eso hoy somos capaces de llevar a cabo todas, o casi todas o algunas de
las tareas básicas de la vida cotidiana. Tareas que redundan en
beneficios tanto para nosotros-as como
para nuestra actual o futura pareja afectiva, porque ya pertenece al pasado
aquello de que las tareas del hogar son “cosas de mujeres”. Recuerda aquello de… “trabajo
compartido es la mitad del esfuerzo”.
Si de niños-as o adolescentes
pasamos o quisimos pasar “factura a mamá”
hoy, desde nuestra adultez, tenemos
la oportunidad de agradecer todo aquel esfuerzo que
mamá hizo, y hace, por nosotros-as. Gratitud
y honra es un acto de generosidad hacia nuestros progenitores.
Por otro lado, desde mi punto
de vista no comparto el que siendo
niños-as se nos pague por nuestros trabajos en casa. Reconozco que puede
servirnos de estímulo (externo e inmediato) pero no nos forma en la responsabilidad ni en el espíritu
de equipo y solidaridad. Es
conveniente comprender que nosotros-as como
hijos-as somos miembros de la familia y no emplead@s.
¿Qué es ser hijo?
Ser hij@ no es una tarea fácil, porque si crecer ya no lo es, imagínate lo
complejo que es cumplir con las expectativas de mamá, ser el más inteligente
de la clase, ser educado-a, comportarse bien, ser agradable y simpático-a…
Como todos-as no guardamos
registro en nuestra memoria de muchas situaciones que generamos cuando
éramos críos-as. Pero ya siendo adultos, con observar a nuestro alrededor
es suficiente para darnos cuenta que siendo chiquitines no nos resultó fácil
dejar dormir a nuestra madre. ¿Comer sin derramar? ¿Jugar sin desordenar?
¿Aprender a caminar, a hablar, a controlar llantos y necesidades? No, no fue
fácil.
En una escala del 1 al 10
posiblemente obtuvimos el mayor puntaje,
¡subimos al podio! Y nos llevamos
una medalla de oro. Incluso así tampoco es fácil ordenar la habitación, ayudar en
las tareas domésticas, pasear al hermanito-ta, y no pelearnos con nuestros
hermanos-as. Ya adolescentes
tratamos de llevar a la práctica aquello de “mens
sana in corpore sano”. No fue fácil. Porque no lo es en ese
período de nuestra vida donde no sabemos dónde
estamos parados, ni qué somos, ni quién somos. No tenemos claro nuestros objetivos.
Obviamente, la adolescencia, como
tiempo de transición a la juventud no es
fácil. Pero no te preocupes, era una época de hormonas y granos que
afortunadamente ya superamos.
Y hoy adultos-as seguimos
con nuestros miedos y nuestras dudas. Con nuestros aciertos y desaciertos. Afortunadamente
para algunos-as mamá
siempre está ahí para
aconsejarnos, apoyarnos, guiarnos y, ¿por qué no?, darnos un “tirón de orejas”.
La realidad es esta y cuanto
más rápido la asumamos mejor será para nuestro
bienestar emocional. Pero… no
debemos pasar por alto que mamá hace lo mejor que puede
y más.
Siendo niñ@s para ver a mamá miramos
hacia arriba y ella se nos hace ¡gigante!,
casi imposible de alcanzarla. Quizás pensábamos que era un gigante castigador.
No sabíamos… ¡cómo saberlo a esa edad!,
que era, y es, un gigante de amor incondicional y fuente de sabiduría
inagotable.
Queramos o no, mamá
siempre está ahí. Y allí donde no lleguen sus brazos llegará su amor
por nosotros-as tanto para impedir nuestras
caídas como para levantarnos.
¿Qué significa ser madre?
No puedo decirte qué es ser madre simplemente porque biológicamente soy un hombre. Pero fui hijo
y sé lo que mis madres hicieron por mí. Me dieron
la vida, me acogieron en su corazón; supieron ser mis guías, maestras, consejeras,
facilitadoras, acompañantes, policías, enfermeras, asesoras, diseñadoras,
cocineras y más…
Giro mi cabeza hacia atrás y
veo mi pasado, el que me muestra, y por el que aprendí, que mis
madres voluntariamente
renunciaron a sus metas y aspiraciones,
no por miedo, no por falta de valentía sino por generosidad
hacia mí.
Tampoco puedo decirte cómo se vive el amor de madre. Ya te expliqué la razón. Pero
mi suegra (otra “madre” que el Universo me regaló) suele decirme que el amor que
“tengo por mis
hijos y mis hijas el algo grandioso, difícil de explicar y que sólo puede ser
comprendido por quien es o fue madre. Un amor que da todo a cambio de nada”.
Ella lo siente, lo vive y lo
demuestra tal como lo dice.
Y yo le creo.
“El amor de madre es el impulso que
le permite a un ser humano llegar a lo imposible”
Marion C. Garrety
Marion C. Garrety
Te deseo una
Larga Vida y Sabiduría para Vivirla. Que tu Sol brille Siempre.
Jesús de los Ángeles Rodríguez Martínez
Fuentes
“La factura de mamá”
–autor desconocido- tomada de la web
Imágenes tomadas de la web
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