domingo, 31 de julio de 2016

¿Todo-a el que trabaja debe recibir un sueldo?


Reflexión del mes de agosto




“Pablo se parecía mucho a su papá. Todo el mundo lo notaba. Se llamaba igual que su papá. Hasta caminaba y hablaba como su padre. Un día mientras Pablo pensaba en eso, se dijo: “Todos dicen que soy como papá. Pero hay algo en que no nos parecemos. Papá gana su dinero y yo no gano nada, aunque trabajo mucho aquí en casa. Todo el que trabaja recibe un sueldo. Yo trabajo más que todo para mi mamá. Le cobraré a mamá por el trabajo que hago y así tendré dinero para gastar”.


Cuanto más consideraba el asunto, más le parecía la idea de cobrarle a su madre.

Un día buscó papel y lápiz. Comenzó a hacerle una factura a su mamá. Sabía bien cómo hacerla. A la izquierda apuntó el trabajo que él hacía, y a la derecha la cantidad que cobraba.


Pablo decidió cobrarle por semana. Como título escribió: “Lo que mamá le debe a Pablo”. Después hizo la lista: 

Cargar leña...…. 5.00
Cargar agua…… 5.00
 (Estos dos trabajos eran pesados y las hacía a diario. Sin duda valían más que 5.00, pero decidió conformarse con esa cantidad).

Ir a la tienda………  1.50
(No le tocaba ir a menudo, pero la tienda quedaba bastante lejos y le costaba cargar las compras). Siguió escribiendo:

Cuidar a la hermanita…….. 5.00
(Mamá la ponía en el cochecito, y le decía: “Llévala a la galería  y no la dejes llorar”, así que le tocaba pasearla, mientras los amigos que pasaban por allí le decían: “¡Hola, niñera! ¡Eres una chica!”. Por supuesto que esa humillación valía 5.00). Siguió listando:

Barrer el portal………… 5.00
(El portal abarcaba los dos lados de la casa y había que barrerlo a menudo).

Cortar el césped y desyerbar…………15.00
(Éste era el trabajo más duro. Siempre había algo que desyerbar).

La factura parecía bastante grande. Por el momento Pablo no quiso hacerla más grande todavía. Sumó las cantidades y escribió:

Total de lo que mamá le deba a Pablo……………..36.50


¡Qué plan tan bueno! ¡Qué bien lo iba a pasar, comprando goma de mascar, canicas y golosinas!

No hallaba cómo entregarle a su mamá la factura. No le parecía la idea de solamente presentársela y decir: “Mamá, aquí tienes una factura de lo que me debes”. Decidió ponerla debajo del plato de su madre justo antes de la cena.

Cuando la mamá encontró la factura, la  metió en el bolsillo de su delantal de cocina sin decir nada. Terminaron de cenar y lavaron los platos. Mamá todavía no había dicho nada de la factura. Se acostaron sin que se hubiera dicho algo de pagarle a Pablo. Él se preguntaba cuándo le pagaría su madre. Le costó conciliar el sueño. A la mañana siguiente, al despertarse lo primero que pensó fue: “Me pregunto cuándo me va a pagar”. Pasó la hora del desayuno y la del almuerzo, sin que la mamá comentara algo de la factura o que le pagara.

Llegó la hora de la cena. Después de pedir la bendición por la comida, Pablo encontró un papelito debajo de su plato. Comenzó a leerlo. El título decía: “Lo que Pablo le debe a su mamá”.
-“Yo  no sabía que le debía algo”- se dijo para sí Pablo. Siguió leyendo:


Por llevar a Pablo nueve meses en mi vientre y darle la vida…
Nada
Por preparar tres comidas diarias los 365 días del año…
Nada
Por tantas noches de desvelo, cuidar a Pablo cuando está enfermo y rezar por él…
Nada
Por temor y preocupaciones cuando Pablo enfermaba…
Nada
Remendar la ropa de Pablo…
Nada
Lavar y planchar la ropa de Pablo…
Nada
Por tomar la mano de Pablo y darle mi apoyo…
Nada
Por la alegría y el amor de nuestra  familia…
Nada
Total de lo que Pablo le debe a mamá…
Nada

Cuando Pablo terminó de leer la factura que había escrito su madre, tenía los ojos llenos de lágrimas.  Se bajó de la silla. Se acercó a su madre y la abrazó mientras le decía:
-“Te quiero mamá…”, luego tomó el lápiz y escribió con letra muy grande: “Totalmente pagado”.


Apreciad@ visitante

En esta historia que acabas de leer es muy fácil distinguir dos personas unidas por el vínculo madre-hijo. 

Si el estudio de la relación entre padres e hijos es extensa y compleja, lo es más el que se establece entre madre e hij@s.

Teniendo en cuenta el contenido del   tema que hoy desarrollo no es propio abordar dicho vínculo sino centrarme en que reflexionemos sobre cuántas veces como hij@s, y de una manera inconsciente, reclamamos a nuestra madre lo que creemos que es “justo” para nosotr@s sin detenernos a pensar ni por un instante cuán equivocad@s estamos o estuvimos.

Por otro lado, siguiendo la temática de  esta reflexión, no hago referencia alguna sobre la relación padre-hijos-as de la cual escribiré  en otra oportunidad.

Sí me parece importante recordar que tanto nuestra madre como nuestro padre, tal  como son,  son un regalo de Dios o de la vida según sea tu creencia.

Volviendo al vínculo madre-hijos-as puedo decir, siguiendo a  Bert Hellinger1, que: “la madre  es determinante en nuestra vida, es la persona más importante de todos ya que la felicidad y la salud comienza con ella.”

 1Filósofo, Teólogo y Pedagogo es reconocido como el fundador del método fenomenológico-sistémico-trasngeneracional de las Constelaciones Familiares. Se formó en la Universidad de Sudáfrica.



Como Pablo, el personaje tierno  de esta historia, ¿cuántos de nosotr@s hemos pasado, o al menos la  intención estuvo en nuestras mentes, “factura” a nuestra madre?

Desde nuestra comprensión como hijos-as nos es muy difícil tomar consciencia de la naturaleza del  amor espiritual de nuestra madre hacia nosotros-as y me estoy refiriendo a ese amor incondicional y orientado, siempre, hacia nuestro bienestar.
Desde esa “no comprensión” muchas veces, y ya desde niños,  creemos que nuestra madre nos debe algo (y no precisamente dinero). Tal vez esa deuda con nosotros-as sea: “falta de tiempo compartido”, “algún gusto que no pudo darnos”, “una tarea encomendada que tuvimos que realizar sin ganas”… Y así, en nuestro interior, se instala la “idea” de “pasarle factura” por esas deudas.

Sin saber cómo, ya que a esa edad no estamos preparados para hacer una valoración o un juicio “objetivo” de la situación, hacemos la siguiente composición: “si toda persona que trabaja recibe un sueldo ¿por qué yo sería la excepción?”. Ciertamente para nosotros esta es una “lógica irrebatible”. Está claro que siendo niños-as no estamos capacitados para vislumbrar los esfuerzos, las privaciones y los sacrificios que pasa nuestra madre por nosotros-as. Nuestra madre, desde su amor incondicional, jamás nos pasa una factura y no lo hace porque la única retribución que espera es nuestro amor y nuestro respeto hacia ella.

Si siendo niños-as o adolescentes tuvimos la intención de pasar “factura a mamá” por aquellas tareas que nos encomendó hacer, veámoslas como parte de nuestra educación y  no como una carga impuesta, pesada de llevar; formó parte de nuestra preparación hacia nuestra responsabilidadautonomía, adaptación social, a valorar el trabajo y a aprender las ventajas de colaborar trabajando todos en equipo.  Y gracias a eso hoy somos capaces de llevar a cabo todas, o casi todas o algunas de las tareas básicas de la vida cotidiana. Tareas que redundan en beneficios tanto para nosotros-as como  para nuestra actual o futura pareja afectiva, porque ya pertenece al pasado aquello de que las tareas del hogar son “cosas de mujeres”. Recuerda aquello de… “trabajo compartido es la mitad del esfuerzo”.

Si de niños-as o adolescentes pasamos o quisimos pasar “factura a mamá” hoy, desde nuestra adultez, tenemos la oportunidad de  agradecer todo aquel esfuerzo que mamá hizo, y hace, por nosotros-as. Gratitud y honra es un acto de generosidad hacia nuestros progenitores.

Por otro lado, desde mi punto de vista no comparto el que siendo niños-as se nos pague por nuestros  trabajos en casa. Reconozco que puede servirnos de estímulo (externo e inmediato) pero no nos forma en la responsabilidad  ni en el espíritu de equipo y solidaridad. Es conveniente comprender que nosotros-as como  hijos-as somos  miembros de la familia y no emplead@s.


¿Qué es ser hijo?
Ser hij@ no es una tarea fácil, porque si crecer ya no lo es, imagínate lo complejo que es cumplir con las expectativas de mamá, ser el más inteligente de la clase, ser educado-a, comportarse bien, ser agradable y simpático-a…

Como todos-as no guardamos registro en nuestra memoria de muchas situaciones que generamos  cuando éramos críos-as. Pero ya siendo adultos, con observar a nuestro alrededor es suficiente para darnos cuenta que siendo chiquitines no nos resultó fácil dejar dormir a nuestra madre. ¿Comer sin derramar? ¿Jugar sin desordenar? ¿Aprender a caminar, a hablar, a controlar llantos y necesidades? No, no fue fácil.

En una escala del 1 al 10 posiblemente obtuvimos el  mayor puntaje, ¡subimos al podio! Y nos llevamos una medalla de oro. Incluso así tampoco  es fácil ordenar la habitación, ayudar en las tareas domésticas, pasear al hermanito-ta, y no pelearnos con nuestros hermanos-as. Ya adolescentes tratamos de llevar a la práctica aquello de “mens sana in corpore sano”. No fue fácil. Porque no lo es en ese período de nuestra vida donde no sabemos dónde estamos parados, ni qué somos, ni quién somos. No tenemos claro nuestros objetivos. Obviamente, la adolescencia, como tiempo de transición a la juventud no es fácil. Pero no te preocupes, era una época de hormonas y granos que afortunadamente ya superamos. 

Y hoy adultos-as  seguimos con nuestros miedos y nuestras dudas. Con nuestros aciertos y desaciertos.  Afortunadamente para algunos-as mamá siempre está ahí para aconsejarnos, apoyarnos, guiarnos y, ¿por qué no?, darnos un  “tirón de orejas”.
La realidad es esta y cuanto más rápido la asumamos mejor será para nuestro bienestar emocional. Pero… no debemos pasar por alto que mamá hace lo mejor que puede y más.

Siendo niñ@s para ver a mamá miramos hacia arriba y ella se nos hace ¡gigante!, casi imposible de alcanzarla. Quizás pensábamos que era un gigante castigador. No sabíamos… ¡cómo saberlo a esa edad!, que era, y es, un gigante de amor incondicional y fuente de sabiduría inagotable.

Queramos o no, mamá siempre está ahí. Y allí donde no lleguen sus brazos llegará su amor por nosotros-as tanto para impedir nuestras caídas como para levantarnos

¿Qué significa ser madre?
No puedo decirte qué es ser madre simplemente porque biológicamente soy un hombre. Pero fui hijo y sé lo que mis madres hicieron por mí. Me dieron la vida, me acogieron en su corazón; supieron ser mis guías, maestras, consejeras, facilitadoras, acompañantes, policías, enfermeras, asesoras, diseñadoras, cocineras y más

Giro mi cabeza hacia atrás y veo mi pasado, el que me muestra, y por el que aprendí,  que mis  madres voluntariamente renunciaron  a sus metas y aspiraciones, no por miedo, no por falta de valentía sino por generosidad hacia mí.

Tampoco puedo decirte cómo se vive el amor de madre. Ya te expliqué la razón.  Pero mi suegra (otra “madre” que el Universo me regaló) suele decirme que el amor que “tengo por mis hijos y mis hijas el algo grandioso, difícil de explicar y que sólo puede ser comprendido por quien es o fue madre. Un amor que da todo a cambio de nada”.

Ella lo siente, lo vive y lo demuestra tal como lo dice.

Y yo le creo. 

 “El amor de madre es el impulso que le permite a un ser humano llegar a lo imposible”
Marion C. Garrety


Te deseo una Larga Vida y Sabiduría para Vivirla. Que tu Sol brille Siempre.

Jesús de los Ángeles Rodríguez Martínez
Fuentes
“La factura de mamá” –autor desconocido- tomada de la web
Imágenes tomadas de la web




No hay comentarios:

Publicar un comentario