viernes, 30 de noviembre de 2012

La envidia. Respuesta a un visitante


Me ha llegado a mi correo el siguiente mensaje:
Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "¿QUÉ ES UN DECRETO METAFÍSICO?": 

"De lo que abunda en el corazón, habla la boca".
¡Hoy es un buen día para empezar!
Jesús mucha gente me dice que no se puede decir que estás muy bien o que eres muy feliz porque despiertas la envidia de otros y con sus malos pensamientos te harán mucho daño ¿Qué le puedo contestar a esa gente?

Apreciad@ visitante. No logro entender claramente si la pregunta que me formulas es a título personal, es decir, porque vas despertando envidia en los demás, o porque en tu círculo te dicen que yo soy quien suscita ese sentimiento. Y digo esto último ya que no es la primera vez que mucha gente me lo hecho notar. 

Si es por mí, desde mi sinceridad agradezco tu interés y tu intención. Y mi respuesta es…no debes contestar  nada.

Ahora, si es por ti… mi respuesta es la misma: nada debes contestar.

La duda me surge por la partícula “se” que has usado en la construcción gramatical. Recuerda que es mi “asignatura pendiente” la comprensión y el uso correcto de nuestro idioma, el castellano. Con el debido respeto que me merece mi idioma y los estudiosos de la misma, me tomo el atrevimiento y la libertad de escribir aun con mis fallos ya que considero que lo importante, en estas circunstancias,  es más importante  el contenido del mensaje, que la pureza -gramaticalmente hablando- con que se lo escriba. 

Volviendo al tema que nos ocupa.  Como sea, agradezco que me hayas enviado tu inquietud la cual no la he publicado en la entrada correspondiente porque creo, como docente que soy, que a partir de tu duda todos podemos aprender algo sobre la envidia y sacar el beneficio que cada uno considere oportuno.

Antes de proceder al desarrollo del tema creo conveniente y necesario recordar  que como moderador de mi blog, que es también el tuyo y el de todos, me reservo el derecho de publicar o no los comentarios que me llegan o me pudieran llegar de mis entradas. Aun cuando se me notifica que: “Anónimo ha dejado…” y  al final de tu pregunta pones tu nombre, y cuando la naturaleza del mismo no es de orden privado, es decir no me lo has enviado a mi cuenta de usuario, decido  no publicarlo ante la posibilidad de que desees permanecer como anónimo.

Ahora sí paso al desarrollo del asunto.

Consideraciones:

1.- La gente que te lo dice.

2.- La envidia.

3.- Malos pensamientos y el daño que causan.

2.- La envidia

La envidia es una emoción eminentemente social, ya que se trata de una experiencia que tiene sentido únicamente en relación con otras personas. Por lo general, la envidia se define como una experiencia subjetiva de malestar, producida por el bien ajeno y por el deseo de poseer algo que no se tiene.

Una característica de esta emoción es que su valoración moral suele ser muy despectiva, hasta el punto de que es difícil que alguien admita padecerla, especialmente porque con ella se asume no sólo que se codicia lo que tienen los demás y se desea su mala suerte, sino que, de alguna manera se reconoce una inferioridad respecto a la persona que posee lo que se anhela.

El envidioso tiene un pronunciado complejo de inferioridad, de inseguridad y de disconformidad, diría... una baja autoestima.

Lo que tiene le resulta poco. No lo hace feliz el logro del envidiado, porque nunca se conforma con lo que ha logrado en su vida.  Desarrolla su envidia molestando a otros, deseándoles el mal, riéndose o regocijándose cuando al otro le va mal en lo que hace.

Imaginemos por un momento la situación entre dos vecinos: Dispater (el envidioso)  y Belenos (el envidiado).

Dispater siente envidia cuando ve que su vecino Belenos, por llamarlo de alguna manera, ya que podría ser perfectamente una persona allegada, consigue un empleo mejor remunerado que él y  que durante quince años no logró progresar. Belenos,  luego de haber trabajado jornadas extenuantes y demandantes bajo presión que le genera un fuerte estrés laboral, repunta en su profesión, logra comprarse un piso modesto por medio de un pequeño crédito bancario, y consigue formar una familia.Se desarrolla en un sano círculo de personas de iguales características, las cuales sienten que, aunque es poco lo que tienen, Dios, o el Universo, o Buda, o las vueltas de esta vida le han facilitado todo y, agradecidas, han aprendido a valorar lo que con su esfuerzo han obtenido.  Y es por dicha razón que respetan sus logros y son conscientes de sus limitaciones. Pero, como si esto fuera poco para contribuir con la perforación de la úlcera estomacal de Dispater, el envidioso de nuestra historia imaginaria, Belenos es aceptado por sus semejantes, querido por sus amig@s, respetado, reconocido  y elogiado por sus alumn@s, por su compañer@s de trabajo, pero es cruelmente  y silenciosamente odiado  y maldecido por Dispater, quien siempre estará cerca para decirle: “¡Y bueno, en todo no te puede ir bien! ¡Era hora de que te equivocaras!  ¡No puede ser que siempre te vaya bien cuando no te lo mereces!”. Es ahí cuando Belenos se dará cuenta, quizá prematura o tardíamente, de que la persona que le rodeaba estuvo siempre esperando para arremeter contra él y alegrarse  con su desdicha, y, por tanto, decidirá tomar otro camino que lo mantenga alejado de Dispater.

A  lo largo de nuestra vida, por una u otra razón, a veces no querida y no buscada, nos enfrentamos a varios tipos de envidiosos. Tenemos así:

1.- El envidioso hipócrita, que es aquel que siempre festeja lo que hace el otro haciendo una sonrisa de oreja a oreja y soltando carcajadas cuando el envidiado, sin saberlo, le cuenta de sus logros, de su progreso, de su planes mediatos e inmediatos, y de su óptima salud tanto mental como física, y el envidioso responde haciendo gestos que, hipócritamente, provoca para mantenerse cerca del envidiado.

2.- El envidioso copión, que es aquel que imita al envidiado pero, sin embargo, todo le sale mal o contrario a sus expectativas.

3.- El envidioso engreído o compulsivo, que es aquel que nunca ha logrado nada pero que miente acerca de lo que tiene, compró o adquirió para superar al envidiado.

4.- El envidioso curioso, que es aquel a quien sólo le interesa saber todos los pormenores de la vida del envidiado. Por ejemplo, le pregunta acerca de cómo consiguió  cambiar el turno en su trabajo, quién lo apadrinó, qué hizo para lograrlo, porque le parece imposible que lo haya logrado por ser una persona responsable en su trabajo.

5.- El envidioso de doble cara y doble discurso, que es aquel que alaba al envidiado cuando está en su compañía pero que, cuando se va, y visita a otra persona, habla a espaldas de aquél, y crea todo un panorama que no se condice con la realidad de la vida del envidiado. Como si le pareciese poco,  este tipo de envidioso, le cuenta a la otra persona que el envidiado es poco menos que un excremento, y en consciencia la otra persona incorpora el mismo concepto acerca del envidiado. Pero esto no es suficiente para el envidioso, ya que cuando vuelve al hogar del envidiado, o al círculo donde éste se mueve, continúa hipócritamente alabándolo y pone en práctica el mismo procedimiento empleado con la otra persona.

De esta manera el envidioso, sea cual sea su tipología queda atrapado en un círculo de frustración que lo lleva a padecer de un dolor insoportable, llegando su vida a ser un verdadero tormento.

3.- Malos pensamientos y el daño que causan

En este punto es conveniente que sepas dos cosas fundamentales.

En primer lugar quiero decirte que, en realidad, ningún mal pensamiento puede causarte daño, siempre y cuando tú lo creas así. Lo contrario está significando nada menos que, desde tu siquismo, le has otorgado poder a la otra persona, a ésa que te envidia o despiertas su envidia. Dicho de otra modo, nada, absolutamente nada puede afectarte si tú no te lo ¡crees! 

Por el contrario, si en tu fuero más interno crees que, en este caso, la envidia, puede traerte mala suerte, infortunio, desgracias, sólo por citar algunos ejemplos, tú ya estás creándote todas las condiciones internas necesarias para que eso suceda en tu mundo interior y exterior. Recuerda, al menos, los tres  Principios Universales: “El Principio del Mentalismo” (todo es mental), “Como es adentro es afuera, como es afuera es adentro” y el “Principio de Atracción”.  Estos están unidos por un hilo conductor o denominador común: todo lo que construyas en tu interior lo verás indefectiblemente materializado en mundo exterior. Esto es así, increíble por su simpleza, pero es así.
  

Desde niños hemos aprendido una gran verdad: en los días nublados el sol sale, y que tú lo entiendas o no, que lo aceptes o no, que lo creas o no, ello sucede inexorablemente así. Pues bien, con los Principios Universales ocurre lo mismo.

En segundo lugar  debes tener en cuenta que:

1.- El envidioso, más allá del por qué lo es –psicológicamente hablando-  es portador de un sentimiento doloroso y desde su visión interna de las cosas, se autodestruye. Deshacerse de ese sentimiento pasa por trabajarse su autoestima.  Pero esto no es de tu competencia. Lo es, si así lo quiere, de quien envidia, o sea, del otro, nunca tuya. Nunca.

2.- Quien envidia, no es una persona generosa. Si triunfa nunca se siente satisfecho y este sentimiento es muy perjudicial: 
a) para quien lo siente porque vive en una espiral de autodestrucción, como ya te lo señalé, y, 
b) para la persona envidiada. Y aquí entras tú. ¿Por qué? Porque el envidioso, por si no te quedó claro, tarde o temprano, te humillará y te descalificará en cualquier área de tu entorno: familiar, social y/o laboral ya que considera que los demás, tú, por ejemplo, consiguen las cosas sin dificultad y sin ningún esfuerzo.

3.- ¿Se puede evitar ser envidiado? No, no se puede. Aun cuando intentes pasar desapercibido siempre causarás envidia…por lo que sea. Por: tu color de ojos, tu inteligencia, tu capacidad docente, tu capacidad oratoria, tu casa, tu trabajo…la lista podría ser interminable si me dejas pensar un minuto más.

¡Ah, por cierto! Cuánto  más te relaciones con una persona, las probabilidades de suscitar envidias también aumentan.

Entonces… ¡mira qué bien! Ya tienes un “problema” menos. La envidia siempre estará ahí. No tienes ni que planteártelo.

4.- Si eres una persona inteligente, no tienes por qué, ni de qué, ni para qué caer en los entredichos y controversias en las que pudieras verte envuelto por causa de quien o  quienes te envidian puesto que todo se magnetiza negativamente sobre tu cuerpo, tu mente y tu corazón y, por tanto, toda tu energía positiva se malgasta y se negativiza, en suma, baja de vibración, como resultado de caer en las redes del envidioso.

“Sé manso y humilde como un cordero pero astuto como una serpiente” o dicho de otro modo, aprende, sigilosamente, a detectar a aquellas personas que sólo quieren tu desdicha, tu deshonor, tu tropiezo y tu desaparición como persona buena, honrada, solidaria, generosa, e innatamente equipada con un alto potencial de inteligencia, de madurez mental, y de autosatisfacción por lo que eres.

Me viene a la memoria el gran filósofo y pensador Miguel de Unamuno, quien se refirió a las connotaciones negativas de la envidia,  creando la siguiente expresión que ya pasó a ser parte del acervo cultural:

“La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual”.

Y  no dejo de pensar en la famosa y discutida frase atribuida a Don Miguel de Cervantes en el Quijote de la Mancha, frase que no aparece en el libro: “Ladran los perros, Sancho, señal es que seguimos cabalgando”. El ladrido es un ruido que se asocia cuando haces algo, cuando te arriesgas al cambio, cuando “cabalgas” en la vida, tu vida. Entonces… ¡dale la bienvenida al ladrido!

1.- La gente que te lo dice

Siempre que esto sucede, en principio, es porque te ama. No sé si adecuada o inadecuadamente ya que existen formas de amar. Ni tú, ni yo, ni nadie estamos en sus mentes. Creo que lo que realmente deberías hacer es algo tan simple como preguntarles: “para qué” te lo dicen. Sí, has leído bien, “para qué” y no “por qué”. Te digo esto ya que el “por qué” es enunciativo y no explica nada. Son como los titulares de un periódico, por ejemplo, “Accidente aéreo. Murieron todos los pasajeros y la tripulación”. ¿Dónde sucedió? ¿Cómo ocurrió? ¿Cuándo pasó? No explica nada. En cambio el “para qué” es explicativo y por lo general cuando preguntas bajo estos términos esperas como mínimo una respuesta, no sólo adulta, madura, sino también extensa y detallada. ¿Qué razón veraz se oculta tras lo que la gente te dice lo que te dice?

Mi sincera opinión es que tú no debes contestarles nada porque no eres responsable de ese sentimiento. En todo caso, sí eres responsable de intentar descubrir la envidia a tiempo evitándote  muchos problemas. 

Sé cauto a la hora de desarrollar confianza con las personas. Con esto quiero decirte que cuando  inicias una  relación interpersonal es natural que sientas desconfianza, pero no es conveniente que dicha relación nazca desde la desconfianza porque lo más probable es que siempre te quedes solo.

Siéntete orgulloso de ti y no permitas que penetre ese sentimiento llamado envidia en tu autoestima.

Sé cauto, siéntete libre, sé tú mismo.

Te deseo una larga vida y sabiduría para vivirla. Que tu Sol brille siempre.

Jesús de los Ángeles Rodríguez Martínez.

2 comentarios:

  1. Jesús me ha encantado este post, muy interesante.
    Recuerdos a T.
    Un abrazo enorme,

    ResponderEliminar
  2. Gracias Ale por visita a éste, el blog de tod@s.
    Nuestro cariño para ti y tu familia.

    ResponderEliminar