El Reino de Dios es el Reino
de la Llama del Amor del cual nos habla Jesús en su sermón de la Montaña; “Pedid el reino de Dios y su justo uso”, pues
el Reino o la llama del amor es todo
gozo, victoria, libertad, perfección, gloria, belleza, abundancia, prosperidad,
suministro, etc., todos estos dones debemos crearlos en el prójimo (es decir el
que está más próximo a nosotros) para que se reflejen en nosotros y para que la
personalidad sea consumida con sus miedos y temores.
El uso consciente de las afirmaciones diarias, en provecho
del prójimo activa y proyecta el fuego divino con mayor facilidad y así se
cumplen las palabras de Jesús cuando nos
dijo…”Mayores cosas haréis”. La
llama Divina es la Fuente de Todo Poder que mana del Corazón de Dios; solamente
con el uso constante con conciencia y altruismo, el hombre aniquila los dos
ladrones de la felicidad humana que son el temor
y la duda.
Todo individuo puede llegar a la perfección en esta tierra;
pero no todo ser humano quiere llegar a
ella. Cuando el hombre mantiene, con suficiente determinación, su atención en
el YO SOY, la perfección se manifestará en todas la experiencias de la
vida. Yo soy fabricante de magos, decía un ser audaz; pero, así como para fabricar
oro se necesita de oro, así también para fabricar magos es menester de seres
con pasta de magos (es decir creadores).
El Fuego Sagrado mantiene y realiza todo lo que existe en el
cielo y en la tierra. Es la Presencia YO
SOY mediante la cual todo ser humano puede expresar a Ley Divina en Acción.
Aquél que usa este fuego, por medio de la afirmación consciente,
forma alrededor de su mente, cuerpo,
hogar, mundo y todos los asuntos, un aura de intensa luz y recibirá las
bendiciones que trascienden sus más caros anhelos y acariciados sueños.
La misión del hombre, como discípulo y salvador, es dedicar todos
sus esfuerzos para salvar a los demás. No esperar nada de nadie y que esté
preparado para dar todo.
Quien
da recibe: practiquen esto con amor impersonal, durante cinco o diez
minutos cada día y comenzarán a sentir tal libertad y soltura en el cuerpo, tal
iluminación en la mente, tal acierto en los trabajos y tal poder en los
pensamientos y palabras que ya no querrán hacer otra cosa que continuar esta
práctica. Porque “YO SOY la Plenitud del
Amor” y en la Plenitud del amor
están todas las cosas deseadas.
Seguramente que estas semillas sembradas hoy, en los
corazones y mentes de los hombres, no serán aprovechadas sino por cinco o diez
por ciento de los que las reciben. Los demás, por encontrarlas sencillas o
porque no cuestan dinero, o por no comprenderlas, no las sabrán apreciar; pero
nosotros somos los sembradores y la Madre Naturaleza es la que tiene a su cargo
la vida y el crecimiento de las semillas.
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