jueves, 1 de septiembre de 2016

¿Pedir ayuda… a quién?


Reflexión del mes de septiembre
Apeciad@ visitante
Me pregunto: ¿cuántas veces en tu vida has pasado por situaciones en las que te  costó, o te cuesta pedir ayuda? ¿Qué te motiva a no hacerlo? ¿Pedir ayuda… a quién?

Vayamos por partes.
Las situaciones pueden ser muchas y muy variadas. Si haces un auto examen sincero y sin juzgar lo que vayas a encontrar, siempre  tienes algún motivo para sentirte dolido-a, ya sea por resentimientos, rabia, rencores. También te acompañan los miedos a… la muerte, a perder el puesto de trabajo, a que por timidez no te relacionas con otros-as, a la crítica, a no ser aceptado-a… La lista pude ser larga.
Los motivos que te impide pedir ayuda también son varios: el orgullo, el creer que se eres débil, la dependencia que puedas establecer con la persona que te ayuda...  Y aquí la lista también puede ser tan larga como las excusas que puedas encontrar para no salir de ese círculo vicioso que es el victimismo. Porque en el fondo, y aún cuando te cueste mucho aceptarlo, ser víctima te pone en una situación “ideal”, “cómoda” y “segura” puesto que siempre el otro-a tiene la “culpa” de lo que te pasa.
En realidad es más fácil no hacerte responsable de tus actos; pero esto será tema para otro momento.
Con respecto a quién pedir ayuda… Siempre existe un amigo-a de confianza a quien recurrir, o un grupo de autoayuda. Ambos son  valiosos  en la medida que te ayude a tomar conciencia que no eres el único-a que sufre una situación determinada ni que eres tan “raro-a” o que tu realidad actual no es tan extraña como pensabas.
No te paralices, pide ayuda dejando a un lado tus sentimientos de desconfianza y vergüenza puesto que estos te dificultan la acción.
Recuerda que…


No obstante deseo dejarte claro que tanto una persona de tu confianza como un grupo de autoayuda no reemplazan la actuación de un profesional cualificado sea este psicólogo o psiquiatra.
Reconocer. Verbalizar. Su importancia
Cuando reconoces que algo no está funcionando adecuadamente en tu vida ya has encontrado el 50% de la solución, el otro 50% restante puede que lo encuentres tú solo-a, o que necesites de la ayuda externa a la que hice mención.  
Y si eres de esas personas que suelen decir que me cuesta pedir ayuda”  debes saber que en realidad lo que dices no es totalmente cierto porque al decirlo ya lo estás haciendo y al hacerlo estás dando el primer paso hacia  tu recuperación.

En relación a todo lo expuesto permíteme compartir contigo lo que una queridísima amiga, de mi tierra natal,  lo hizo conmigo. Forma parte de una historia de nuestras vidas. Resumidamente, ella no estaba pasando por un buen momento en su vida y, desde su confianza hacia mí y desde su humildad sabiéndose frágil por naturaleza humana, frágil como  lo somos todos-as, me pidió que la ayudara toda vez que se sintiera desanimada y sin fuerzas para continuar desandando el camino de su recuperación. Para ello me hizo entrega de un hermoso poema,  casi diría… su recordatorio,  pidiéndome que tan pronto me lo hiciera saber se lo leyera. Acepté ese compromiso por amor a nuestra amistad.
De esto han pasado ya muchos años y afortunadamente para ella no he tenido necesidad de volvérselo a leer pero aún así  mantengo el compromiso aunque miles de kilómetros nos separan físicamente.
La vida, como educadora que es, me llevó por senderos en que tuve la necesidad de pedir ayuda y decidí compartirlo con otras personas allegadas a mis afectos y mi confianza. Ellas también se comprometieron a leérmelo  y sé que cuando lo necesite, una vez más, estarán allí para hacerlo, recordándome que se puede, que yo puedo.
Hoy comparto contigo este poema deseando que sea beneficioso también para ti.

¡Se puede!

“Si me ves cansado… fuera del sendero
ya casi sin fuerzas para hacer camino;
si me ves sintiendo que la vida es dura,
porque ya no puedo, porque ya no sigo.
Ven a recordarme cómo es un comienzo,
ven a desafiarme con tu desafío.

Muéveme el alma,
vuélveme al impulso
llévame a mí mismo.
Yo sabré encender mi lámpara
en el tiempo oscuro, entre el viento frío,
volveré a ser fuego desde brasas quietas,
que alumbre y reviva mi andar peregrino.
Vuelve a susurrarme aquella consigna
desde el primer paso para un principio.
Muéstrame la garra que se necesita
para levantarse desde lo caído.

Si me ves cansado, fuera del sendero,
sin ver más espacios que el de los abismos,
trae a mi memoria que también hay puentes,
que también hay alas, que aún no hemos visto.

Que vamos armados de fe y de bravura,
que seremos siempre lo que hemos creído.
Que somos guerreros de la vida plena,
que todo nos guía hacia nuestro sitio,
que en un primer paso, y en un nuevo empeño,
nos lleva a la forma de no ser vencidos.

Que el árbol se dobla,
se agita, estremece, deshoja y retoña,
pero queda erguido,
que el único trecho que queda adelante,
es aquel que cubre nuestro pie extendido.

Si me ves cansado, fuera del sendero,
solitario y triste, quebrado y herido,
siéntate a mi lado, tómame las manos,
entra por mis ojos hasta mi escondrijo…
y dime… ¡se puede! E insiste, ¡se puede!
Hasta que yo entienda que puedo lo mismo.

Que tu voz despierte, desde tu certeza,
al que de cansancio se quedó dormido.
Y tal vez, si quieres, préstame tus brazos,
para incorporarme, nuevo y decidido.
Que la unión es triunfo
cuando hombro con hombro vamos,
con el mismo brío.

Si me ves cansado, fuera del sendero,
lleva mi mirada hacia tu camino.
Hazme ver las huellas, que allá están marcadas,
un paso tras otro por donde has venido.

Y vendrá contigo una madrugada,
la voz insistente para un nuevo inicio,
que abrirá otro rumbo porque…
¡Sí, he creído!... que siempre se puede…
se puede…”

Autor Anónimo
Del libro “Toma un café contigo mismo”  del Dr. Walter Dressel1
1 Médico egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República Oriental del Uruguay. Cardiólogo de la Escuela de Postgrado de la misma facultad. Homeópata egresado de la Asociación Médica Homeopática Argentina. Especializado en el Estudio Integral del Envejecimiento Humano. Creador del Centro de Medicina del Bienestar y fundador del Centro de Liderazgo y Administración de la Vida Humana. Director del programa de radio “Buen Día Salud”. 


Te deseo una Larga Vida y Sabiduría para Vivirla. Que tu Sol brille Siempre.
Jesús de los Ángeles Rodríguez Martínez

Fuentes
Imágenes tomadas de la web



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